Monday, July 31, 2006

Reflexiones en Guerrero Negro



¿Quién soy?
¿En quién me estoy transformando?

Bajo mis pies, los perfectos cristales de sal se rompen y el sonido que producen parece un cincel que con profundos golpes abre mi mente y deja libres recuerdos que, creí, había borrado hace tiempo.

El sol me quema la nuca.
La blanca sal apenas me permite abrir los ojos
y el salitre me roba el poco oxígeno que llega a mis pulmones.

Andas caliente... Me dijo el viejo sabio que camina conmigo.
Aquí te espero al terminar el año.
Pescaremos.
Iremos a ver a las ballenas porque sé

que ese ha sido tu sueño de niño no cumplido.

Tuve que poner de nuevo mi copia de Bajo California. Demián me recuerda al pintor Enrique Chagoya. Su idea de ir dejando rastros de arte en la Península enciende algo de mi espíritu que permaneció dormido, sólo Dios sabe desde cuando.

(Soy Jonás tragado por una ballena
y mientras cargo los largos huesos apilados en la arena, me doy cuenta de que ya no lloro más por Ella).

El sol me quema las dudas y la sinrazón.
La blanca sal me obliga a observar por los poros de mi piel
y el salitre encapsula el agua de mi cuerpo y me mantiene vivo
... porque aquí estoy vivo.

El mar te limpia,
el bosque te reintegra,
pero el desierto trasciende la conciencia;
por eso muchos ahí se pierden y al poco tiemo
deciden morir... me dice el médico de la tribu.


Una a una las imágenes se agolpan en mi mente y poco a poco yo les cedo el control.

...Llegar al desierto, atravesar a Mexicali,
cruzar la Laguna Salada, subir por La Rumorosa
y llegar hasta Tijuana.
De ahí bajas por Todos los Santos
atraviesas Ensenada
y todo derecho, algún día,
llegas a Guerrero Negro, donde dejarás
de explicarte las cosas que ves alrededor.

Y sé que el viaje no está completo:

Mis ojos no han visto al gigante marino.
No he visto las paredes pintadas por gigantes de los cuales el tiempo perdió todo rastro.
Tampoco he estado en esa punta desde la cual veo, al mismo tiempo, al Pacífico y el Mar de Cortés.

Nuevamente Damián:

Uno no puede vivir sin saber de dónde es uno.
Saber de dónde es uno es saber dónde están enterrados los abuelos.
El pasado son todos nuestros muertos.
Aquí están nuestros muertos
y uno no se puede ir nada más así como así.

Y la pregunta sigue dando vueltas en mi cabeza:

¿Quién soy?
¿En quién me estoy transformando?


* Foto: en la salina más gran del mundo, propiedad de Exportadora de Sal, en el corazón de Guerrero Negro, Baja California Sur.

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