Sunday, January 29, 2006

Mi propia luz al final del túnel



Era el 15 de mayo de 1982. Yo estaba solo en casa y mis padres se encontraban en mi escuela, en un brindis con motivo del Día del Maestro.

Mientras hacía mi tarea, el teléfono sonó. Al poco tiempo se apareció en mi cuarto Francisca –una mujer mazahua que trabajó con nosotros casi 20 años- y sin reparo alguno me soltó la noticia: “Acaba de hablar tu tío Octavio... que se murió la señora Patricia”.

¿Alguno de ustedes ha tenido esa clásica tía alcahueta, la que te da dinero a escondidas de tus padres y te consigue permisos para hacer cosas que, de otra forma, serían imposibles a pesar de tus súplicas? Eso era la Tía Paty para mí.

Era el pilar de mi familia. Todo giraba entorno a ella y, cuando dejó de estar, el núcleo se disolvió y 23 años después no ha podido ser reunificado.
Con el tiempo yo comprendí algo: en la práctica, que ella muriera, solamente significaba que ya no podría verla. Pero en el fondo ahí estaba. En realidad, todos los que se van siguen aquí.

Eso lo confirmé seis años después cuando, en un lapso de cuatro meses, murieron también mis abuelos Antonio y Raúl. Una vez más, todo se resumía en dejar de verlos, en cambiar una presencia física por una a un nivel que me resulta difícil explicar.

El 15 de mayo de 1982 aprendí que, a pesar de que “tu mundo” se venga abajo, a pesar de que pierdas lo que más atesoras, la vida sigue y nada la detiene.En la medida que fui asimilando esto, comprendí que yo era mi propia luz al final del túnel.

* A mis amigos, mi tribu, mi banda. A los que se quedaron y aquí estarán siempre... ¡Gracias Totales!

Foto: Vate
www.vate.com.mx

2 Comments:

At 1:10 AM, Blogger Unknown said...

¡Muy bueno!

 
At 10:36 PM, Blogger nagual said...

Una vez dijo Raúl: "Aquí estamos los que debemos estar" y los nuestros, esos siempre estarán con nosotros, aunque sea en nuestra memoria.

 

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